Convertir el desierto en un lugar verde, sostenible y más habitable. Es un objetivo ambicioso, pero a por él va el proyecto Sahara Forest, que ha puesto en marcha en una de las zonas más áridas de un país ya de por sí especialmente árido, Jordania, unas instalaciones de alta tecnología para el cultivo en invernadero y en exteriores. Desalación de agua, producción de sal e instalaciones fotovoltaicas completan una iniciativa de la que se espera mucho: que este oasis acabe tiñendo de verde hasta 20 hectáreas, hasta ahora de puro desierto, en las que se produzcan 130.000 kilos de vegetales al año.
Esa es la meta y, en la salida de esa carrera de fondo, lo que ahora mismo está en marcha en las proximidades de la ciudad de Aqaba son unas instalaciones de tres hectáreas en las que se empieza a experimentar con el sol, el agua salada y el desierto para producir comida de alta calidad, agua dulce y energía limpia; todo ello con la intención de hacer realidad lo que parece imposible: emprender el camino para que la producción hortofrutícola fructifique en pleno desierto.
Dos invernaderos con un área de producción de 1.350 metros cuadrados, en los que el agua salada aporta las condiciones necesarias para el cultivo de alimentos de alta calidad; paneles fotovoltaicos que aportarán toda la energía que este proyecto necesita; 3.200 metros cuadrados de tierras de cultivo al aire libre, y una unidad de desalación con capacidad para 10.000 litros de agua al día son, por el momento, los elementos de este proyecto, que incluye también estanques para la producción de sal y un laboratorio de investigación y desarrollo.